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Lhotse 2006

Para celebrar al “Maestro” -como muchos lo apodan- escogimos una montaña que me ha cautivado por mucho tiempo pero que es prácticamente desconocida salvo para los entendidos. El Lhotse es tan bello como paradójico. A lo largo de los años, en mis viajes a distintos rincones del Himalaya he tenido la fortuna de poder contemplar el Lhotse desde casi todos los puntos cardinales. He visto el amanecer desde el Tíbet cuando el sol comienza a calentar sus paredes verticales de hielo y se derrumban en avalanchas que parecen tronaduras de polvo blanco.

Desde Nepal he presenciado atardeceres donde el sol, antes de abandonar el día ilumina -diría incendia- las “Tres Cumbres del Lhotse” en un espectáculo de la naturaleza. No hay otra montaña en el mundo que tenga tres cumbres que superen los ocho mil metros. Sin lugar a duda, encadenar en la misma ascensión estas tres cimas es uno de los grandes desafíos del alpinismo que aún quedan sin resolver en el Himalaya.

El Lhotse se alza inmediatamente al sur del Everest. Si estuviera aislado, por ejemplo sobre la meseta del Tibet, o en un extremo del Himalaya, como el Kanchenjunga –la tercera montaña más alta del mundo– o simplemente un poco más lejos del Everest, sería imponente y admirado. Pero el destino le jugó una mala pasada; le tocó vivir contiguo a la montaña más alta del mundo. Y aunque tiene estatura por sí mismo, siempre estará opacado por el hermano mayor. De hecho su nombre mismo lo priva de identidad propia.

Lhotse, en lengua tibetana, significa simplemente Pico Sur. Quizás es por este motivo y también por la mayor exigencia técnica de escalada en los tramos finales que, a pesar de ser la cuarta montaña más alta del planeta y pertenecer al selecto grupo de cuatro montañas que superan los 8.500 metros de altitud, sea uno de los “ochomiles” menos escalados. En 1956, justo cincuenta años antes que nuestra expedición, los suizos Fritz Luchsinger y Ernst Reiss lograron la codiciada primera ascensión.

En todo este tiempo apenas un poco más de 300 personas han logrado la cumbre. Y eso que año tras año, más de quinientos escaladores visitan la zona. La gran mayoría enceguecidos por el Everest. Paulatinamente los montañistas chilenos han ido logrando el objetivo de ascender las catorce montañas del mundo que superan los ocho mil metros. Nosotros habíamos aportado nuestra cuota con las ascensiones del Everest y el K2. A comienzos de 2006 todavía quedaban seis sin escalar; el Lhotse entre ellas. Había una oportunidad.