Nuestra Historia

El 15 de mayo de 1992, un grupo de montañistas excepcionales puso el nombre de Chile en la cima más alta del planeta: el monte Everest de 8.848 metros metros sobre el nivel del mar. Juan Sebastián Montes, Cristián García Huidobro y Rodrigo Jordan, lograron vencer una de las rutas más difíciles de la cumbre más carismática del Himalaya, aquella que discurre por la vertiente este, superando un desafío sin precedentes en la historia del andinismo chileno.

En los últimos años los “ochomiles” del Himalaya o del Karakorum han perdido muchos de los valores de antaño, cuando eran muchos los alpinistas que soñaban pisar una de sus cumbres y muy pocos quienes lo conseguían. La aparición de materiales más sofisticados, el oxígeno artificial y el impactante desarrollo de las técnicas comunicacionales han provocado la presencia masiva de alpinistas en estas montañas, lo cual convierte las expediciones en una suerte de trekkings de altura.

La ascensión realizada por mis amigos chilenos en la cual se optó por un desafío muy exigente, merece ser recordada en los anales del montañismo internacional por cuanto supone un importante aporte al himalayismo de dificultad. Quiero manifestar mi agradecimiento a los amigos de Vertical por haberme hecho partícipe de este aniversario, haciendo posible compartir el recuerdo de una aventura con unos hombres cuya amistad está a punto de cumplir un cuarto de siglo.

Quisiera también dejar constancia de mi admiración a cuantos formaron el equipo, en especial a Rodrigo Jordan con quien me unen los mismos anhelos y a Claudio Lucero, que ha sabido transmitir no sólo su experiencia en montaña a los jóvenes montañistas, sino que también ha sembrado su sentido humanista entre aquellos con quienes ha compartido tan desafiantes aventuras, tan altas empresas.

Siento que sólo la ausencia de Victor Hugo Trujillo, Dagoberto Delgado y Christian Buracchio podría entristecer este aniversario, pero estoy convencido que también ellos, desde su cumbre donde sea que ésta se encuentre, compartirán estos hermosos recuerdos.

El 13 de agosto de 1996, a las 9.15 de la mañana, la bandera chilena flameaba por primera vez en la cumbre del K2, la segunda montaña más alta del mundo, con 8.611 metros de altitud. A las 12.30 comenzaba los más difícil: el descenso. Conocida como la Montaña de las Montañas o la Montaña Asesina, el K2 es sin duda la más formidable y la más difícil de las 14 cumbres que superan los 8.000 metros. A comienzos de 1996 cuando la expedición chilena viajó a Paquistán, las estadísticas eran decidoras: sólo una de cada cinco expediciones que lo habían intentado habían alcanzado la cumbre sin pérdida de vidas humanas.

La cifra de muertes era trágicamente alta: 45. La mayoría de estas muertes ocurrieron durante el descenso. Alcanzar la cumbre del K2, segunda después del Everest, pero más peligrosa y difícil, es un sueño por el cual muchos montañistas viven y demasiados mueren. Pirámide casi perfecta, altísima y cuya forma de increíble regularidad se asemeja a un gigantesco cristal; de paredes casi tan lisas como las caras de un diamante. Tan majestuosa y extraordinariamente hermosa que el primer occidental en verla quedó petrificado ante su presencia casi irreal. Cien años después el K2 continúa embrujando a generaciones de montañistas.

“Tus habilidades y talentos son las estrellas que te guían en tu ruta hacia la cima”.

12 de Noviembre del 2002

Recorrer 400 kilómetros por la inexplorada vertiente este de los Montes Ellsworth en el corazón de Antártica, solos y sin soporte externo, demandaba conocimientos que no teníamos. Tirar trineos con esquíes, utilizar tecnologías nuevas de comunicación, recolectar muestras científicas…. Era un desafío que deberíamos enfrentar. En 54 días cruzamos nueve pasos de montañas, recorrimos 17 glaciares y logramos escalar el Monte Segers.

Aunque nuestro llamado es a escalar montañas vírgenes, desde un principio estuvimos de acuerdo en que la exploración de un territorio desconocido tendría mucho más valor si éramos capaces de registrar el lugar y compartirlo con otros. Los Montes Ellsworth están a más de 1.500 kilómetros al sur de las bases chilenas ubicadas en la Península Antártica y a sólo 800 kilómetros del Polo Sur. Está formado por dos cordilleras. La más grande, donde se encuentran las montañas más altas de Antártica se denomina Cordillera Centinela y la más baja se conoce como Cordillera Heritage.

Nuestra ruta comienza en la sección norte de la Cordillera Centinela, en el Glaciar Newcomer. Debemos avanzar en dirección sur con destino a Patriot Hills. En este punto nos internamos por la cordillera buscando pasos de montañas (collados) que nos permitan cruzar los diferentes glaciares. Es en este trayecto de 178 kilómetros donde encontramos las mayores dificultades haciendo que nuestro avance sea más lento de lo proyectado. Después de recorrer y dejar atrás esta cordillera nos desplazamos por la meseta antártica. El próximo paso fue cruzar el Glaciar Minnesota, masa de hielo que separa ambas cordilleras.

Después de tres días llegamos a la Cordillera Heritage, la cual recorremos en su totalidad. Ingresamos por la sección noroeste del Valle de la Herradura (Horseshoe Valley) y continuamos rumbo a Patriot Hills. Este segundo tramo presenta menos accidentes geográficos pero el problema es el constante y frío viento proveniente del polo sur, al cual estamos expuestos permanentemente.

Para celebrar al “Maestro” -como muchos lo apodan- escogimos una montaña que me ha cautivado por mucho tiempo pero que es prácticamente desconocida salvo para los entendidos. El Lhotse es tan bello como paradójico. A lo largo de los años, en mis viajes a distintos rincones del Himalaya he tenido la fortuna de poder contemplar el Lhotse desde casi todos los puntos cardinales. He visto el amanecer desde el Tíbet cuando el sol comienza a calentar sus paredes verticales de hielo y se derrumban en avalanchas que parecen tronaduras de polvo blanco.

Desde Nepal he presenciado atardeceres donde el sol, antes de abandonar el día ilumina -diría incendia- las “Tres Cumbres del Lhotse” en un espectáculo de la naturaleza. No hay otra montaña en el mundo que tenga tres cumbres que superen los ocho mil metros. Sin lugar a duda, encadenar en la misma ascensión estas tres cimas es uno de los grandes desafíos del alpinismo que aún quedan sin resolver en el Himalaya.

El Lhotse se alza inmediatamente al sur del Everest. Si estuviera aislado, por ejemplo sobre la meseta del Tibet, o en un extremo del Himalaya, como el Kanchenjunga –la tercera montaña más alta del mundo– o simplemente un poco más lejos del Everest, sería imponente y admirado. Pero el destino le jugó una mala pasada; le tocó vivir contiguo a la montaña más alta del mundo. Y aunque tiene estatura por sí mismo, siempre estará opacado por el hermano mayor. De hecho su nombre mismo lo priva de identidad propia.

Lhotse, en lengua tibetana, significa simplemente Pico Sur. Quizás es por este motivo y también por la mayor exigencia técnica de escalada en los tramos finales que, a pesar de ser la cuarta montaña más alta del planeta y pertenecer al selecto grupo de cuatro montañas que superan los 8.500 metros de altitud, sea uno de los “ochomiles” menos escalados. En 1956, justo cincuenta años antes que nuestra expedición, los suizos Fritz Luchsinger y Ernst Reiss lograron la codiciada primera ascensión.

En todo este tiempo apenas un poco más de 300 personas han logrado la cumbre. Y eso que año tras año, más de quinientos escaladores visitan la zona. La gran mayoría enceguecidos por el Everest. Paulatinamente los montañistas chilenos han ido logrando el objetivo de ascender las catorce montañas del mundo que superan los ocho mil metros. Nosotros habíamos aportado nuestra cuota con las ascensiones del Everest y el K2. A comienzos de 2006 todavía quedaban seis sin escalar; el Lhotse entre ellas. Había una oportunidad.

Me llega un mail hace dos días de Rodrigo Jordan, en que comparte a un grupo de gente sus andanzas en kayack por los mares de la Antártica.

Me parece tan alucinante las andanzas de este aventurero amigo, que quiero aprovechar de difundir esta señal y sus links.

El mail que me llegó es el siguiente:

“Amigas, Amigos.
Quiero contarles que nuestro viaje por los mares de Antártica continúa.
Continuamos rumbo al sur y tras varios días de navegación en que hemos combinado el usos de los kayacks y la navegación a vela, hemos llegado a la latitud 66 Sur.
En este punto ya se nos hace difícil continuar ya que la gran cantidad de hielo presente en la zona han “bloqueado” al Pelagic Australis e incluso a nuestros pequeños kayaks.

Desde este punto iniciaremos nuestra exploración de regreso tratando de alcanzar los hielos y así continuar con nuestra expedición.
Los días de buen tiempo nos han acompañado y esto ha permitido que la navegación en kayack sea acompañada por un numero importante de ballenas, pingüinos y distintos tipos de focas que curiosas se acercan a nuestras embarcaciones.

Les adjunto unas fotografías y nuestras actuales coordenadas cerca de Fish Island. (este es un archivo de Google Earth)

Rodrigo Jordan.

El Blog de Gabriel Bunster
http://gabsblogo.blogspot.com/2008/01/rodrigo-jordan-se-comunicac-desde-la.html
viernes, enero 18, 2008

El montañista que alcanzó el Everest en 1992 realizó expediciones que quedaron plasmadas en un registro que detalla el impacto del calentamiento global en los polos. El martes lanzará un libro.

No sólo el acelerado derretimiento de hielos milenarios impactó a Rodrigo Jordán (50), ingeniero civil y conocido montañista chileno, durante su recorrido en kayac por la Antártica en 2008. Otra expresión del cambio climático más sutil fue captada por él en el extremo sur: “Fue dramático ver a polluelos morir congelados luego de mojarse por una intensa lluvia, lo que es un fenómeno cada vez más usual en la zona y que antes no existía. Su plumaje no está adaptado y no logran resistir”, relata este profesor de liderazgo de la Universidad Católica, que conquistó el Everest en 1992.

Jordán participó como productor del viaje realizado por el escritor y kayaquista Jon Bowermaster y un equipo multidisciplinario para National Geographic, lo que llevó a que cambiara su forma de explorar el planeta. “Siempre me conmovió la naturaleza. Pero ahora la idea no era un logro deportivo, sino que fotografiar, grabar y luego documentar los cambios que experimenta el mundo, sostiene.

Por ello, decidió hacer su propio recorrido por el Polo Norte, lo que dio pie para reunir el material para un libro: “Antártica y Groenlandia, expediciones al corazón del cambio climático”, que será lanzado el próximo martes en la UC.
Recorrido

El socio de la empresa Vertical cuenta que realizó los recorridos en kayac, embarcación que nunca había manejado. “No tenía experiencia. Pero me dijeron que lo importante era no darse vuelta, porque en esas aguas se fallece de congelamiento a los pocos minutos”, plantea. Desde esa pequeña nave pudo apreciar el desprendimiento de hielos milenarios y la presencia de fauna. Pingüinos, ballenas y focas leopardo fueron compañeros en su trayecto.
Fue la vida silvestre lo que más llamó su atención. “Comprobamos con nuestros propios ojos, otra cosa es que te lo digan, que el cambio climático nos está afectando en forma muy importante. Los hábitat están siendo modificados, producto de la adaptación que hacen las especies”.

Cuenta, por ejemplo, que los pingüinos Papúa se han desplazado hacia el sur, porque la Antártica se está tornando más templada. Y con ello las aves de sectores más fríos quedan sin hogar.
Pero asegura que no todo es negativo con el calentamiento global. El expedicionario sostiene que en Groenlandia las modificaciones en los regímenes de precipitaciones y temperaturas han sido beneficiosos. “En este viaje también aprendimos que hay lugares que se verán favorecidos: hay más espacio para cultivos, los veranos son más largos, llegan más turistas y ahora viven especies que antes no existían”, dice.

Pero Jordán señala que revelar las amenazas al planeta no implica que sea un ambientalista: “No soy un ecologista, eso se puede prestar para interpretaciones. En el libro hay un análisis responsable respecto de las consecuencias que el hombre tiene sobre el clima y el impacto de éste sobre el ser humano”.
El recorrido hacia el Polo Sur se efectuó durante enero y febrero de 2008 en el velero Pelagic Australis, desde donde descendían en sus naves cuando el tiempo lo permitía. “Fue un viaje no exento de riesgos”, sostuvo. Semanas después viajó a Groenlandia.

EXPEDICIONES ACTUALES

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